La Pascua en el Mundo

Senderos de Pasión
La Semana Santa rememora en todo el mundo cristiano la crucifixión de Jesús de Nazaret, pero adopta distintas formas en casi todos los lugares donde se celebra.

Algunos la viven con devoción auténtica y para otros es sólo fuente de deleite estético, los hay que sienten su influjo espiritual y los que disfrutan su coartada festiva. Pero la Semana Santa es el periodo más importante del año litúrgico y suele estar ligado a la manifestación pública de ceremonias religiosas.Sin duda, las procesiones de imágenes son el meollo de la celebración en los lugares con mayor implantación del catolicismo. Su boato y riqueza ornamental es fruto de las orientaciones del Concilio de Trento. Y casi de forma unánime se reconocen las de Sevilla como las mejores, las más deslumbrantes del mundo. La exquisitez de sus tallas, la forma singular de transportar los pasos, sus figuras y adornos, su música procesional y el fervor popular las hacen únicas. Sin embargo, junto a estas manifestaciones tan notorias en Castilla y Andalucía, y también muy recurrentes en Italia, Guatemala o Costa Rica, existen otras reseñables por su antigüedad y singularidad que tienen distintos argumentos. En Verges, Girona, todos los Jueves Santos, unas figuras con máscaras de calavera y disfraz de esqueleto realizan una sobrecogedora danza de la muerte, mientras que en los pueblos del Bajo Aragón, Albacete o Murcia el fervor se expresa con insomnes tamboradas. Otra de las imágenes que cada año por estas fechas se reproducen en las televisiones y periódicos proviene del único país católico de Asia: Filipinas. Porque en el pueblo de San Pedro de Cutud desde hace unos años tiene lugar la más realista de las representaciones de la pasión, con penitentes que son realmente clavados en la cruz a imagen y semejanza del ungido.Si después de este trago fuerte uno prefiere pasar estos días de una forma menos cruenta y más animada, deberá poner rumbo a Escandinavia. Además de los típicos huevos coloreados –símbolos de la vida eterna también entre los ortodoxos y, sin ir más lejos, conservados en pueblos como Pola de Suero en Asturias-, los noruegos han resuelto pasar estas vacaciones descifrando enigmas. Los programas de radio y televisión, o las publicaciones periódicas, plantean casos de asesinatos, robos y otros misterios que la gente trata de solucionar en compañía de familiares y amigos. En las vecinas Suecia y Finlandia también las fechas tienen un perfil bullanguero y divertido, gracias a los niños que se disfrazan de brujos y hechiceras para visitar a los vecinos y pedirles dulces. Un eco de antiguas costumbres paganas que también se resisten a perecer en Bohemia y Moravia. Allí, durante la llamada Pomlaska, los hombres fabrican látigos de sauce con los que pueden azotar a las muchachas. Mas no se trata de ningún ensañamiento, sino de un modo simbólico de mostrar debilidad por una mujer y atraer hacia ellas la buena fortuna y la fertilidad, que en recompensa ofrecen a sus pretendientes huevos pintados.
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